Un espectro mental

– Mau ¿qué opinas de los tatuajes?

– Uhmm, pues… depende de en que momento de la vida me hagas esa pregunta.

Si le preguntas al Mau de 17 años te contestaría algo como: “¿Tatuajes? ¡Esas cosas son de carceleros, yo soy una persona decente!” Si le preguntas al Mau de 22: “¿Tatuajes? Pues hay algunos que se ven bien, pero creo que no me haría ninguno”. Si le preguntas al Mau de 27: ¡Uff, mira el segundo tatuaje que me acabo de hacer!

Hey, pero ¿qué pasó aquí? Claro, cambié de opinión con el paso del tiempo. Obvio.

Bueno, bueno. Sí, pero… o sea, ¿qué cambió? Quizás alguna de las siguientes opciones:

  • ¿Conocí a una persona con varios tatuajes a la cual le tengo aprecio y entonces cambió mi percepción de los tatuajes?
  • ¿Comprendí que, aunque comúnmente los tatuajes son ligados al vandalismo, no hay una conexión causal entre tener un tatuaje y cometer crímenes?
  • ¿Vi un documental que profundiza en la historia de los tatuajes y sus orígenes?

En realidad un poco de las tres opciones y también muchas cosas más. Y me preguntarán después: ¿pero seguro alguna más que otra, no? Si, probablemente alguna opción afectó más que otras.

De hecho el cambio en mi forma de pensar creo que se dio más o menos de la siguiente manera:

¿En qué estaba pensando?

Parece que esto es lo que pasaba por mi mente a los 17 años:

Al parecer esas líneas verdes señalan que a mis 17 años, dentro del espectro del SI me gustan los tatuajes y NO me gustan los tatuajes, mi opinión se cargaba hacia el lado del “esas cosas son del diablo”.

Prácticamente en cualquier tema que involucre una opinión propia, tenemos una aguja mental que nos dice donde cae nuestra opinión:

A veces no estamos seguros de hacia que lado nos cargamos:

Entonces, ¿qué sucedió para que cambiara de un “no quiero ir a la cárcel por tener tatuajes” a un “chance mi tercer tatuaje sea una carita feliz”? Cómo lo comenté, tuvieron que ver varias cosas durante varios años.

Cuando conocí a un buen amigo que presumía de al menos cinco tatuajes y definitivamente estaba muy lejos de pertenecer a sectas satánicas, comencé a dejar mi prejuicio a un lado y mi opinión cambió ligeramente, un poco como lo siguiente:

Y cuando a los 22 años comprendí que la relación entre los tatuajes y el vandalismo son diferentes a como pensaba sucedió de nuevo esto:

Y a mis 27 años cuando vi un documental donde muestran como los tatuajes son una de las prácticas más antiguas de la humanidad, mi opinión hacia los tatuajes cruzó la línea del no retorno y me rayé por primera vez:

Ok. Pero el mundo no es tan simple como para darnos el lujo de definir nuestras opiniones dentro de una escala de grises entre dos respuestas. Habiendo tantas variables a considerar, nuestra maquinaria mental quizás se vea un poco más como esto:

Y esto no necesariamente se ve igual para todas las personas, quizás para alguien más su opinión varía en una gama como esta:

Algunos factores a considerar cambian de persona a persona (pocos vs. muchos tatuajes en lugar de a favor o en contra). Así que quizás el hecho de conocer a un amigo con múltiples tatuajes se tradujo en un movimiento un poco más como esto:

Todos los días, en todo momento, estamos recibiendo información, millones de estímulos que afectan nuestras opiniones, la mayoría de las veces, toda esa información afecta casi imperceptiblemente nuestras opiniones de las cosas, en otras pocas ocasiones son tan impactantes que pueden hacernos dar un giro de 180 grados. También hay temas en los que tenemos una nula opinión mientras que hay situaciones en las que nuestra experiencia está tan arraigada en nuestro ser que se necesitarían de los datos más duros para poder hacer que nuestras barritas verdes mentales se muevan si quiera unos milímetros.

Raíces mentales

Muchas de nuestras creencias y opiniones se formaron de manera inconsciente. Desde niños, cuando nuestras familias nos decían lo que estaba bien y lo que estaba mal, desde lo que nos enseñaban en la escuela y asumíamos como verdad absoluta porque nuestro análisis crítico quizás no estaba tan desarrollado como para cuestionarlo, más aún, genéticamente podemos estar programados para entender y relacionar sucesos de una forma en particular o podemos tener una personalidad más receptiva o menos receptiva y adaptable que al promedio de las personas (“nació siendo terco y murió siendo terco” o el clásico “está cañón, no puede estar tan de buenas a estas horas de la mañana, seguro se mete algo”).

Todas estas situaciones y experiencias van formando nuestras opiniones y echando raíces dependiendo de en que parte de nuestro espectro de opinión esté lo que pensamos.

Algunas ideas externas a las nuestras quizás pueden caer del otro lado de nuestro espectro mental por lo cual provocarán un ligero cambio en nuestra opinión, pero las raíces están tan arraigadas que el movimiento es sutil. Podemos decir que el promedio (la media) de nuestras ideas continúa estando cerca de las raíces. Como lo decía hace un rato, se necesitarían ya sea 1) demasiadas opiniones constantes y conscientes para poder mover las raíces de un lado a otro o bien 2) un gran impacto, pesado y contundente, que no tenga otra opción de remover de raíz lo arraigado de nuestra opinión.

Cabe recalcar que este concepto no solo se limita a nuestras opiniones o formas de pensar, también se muestra en nuestra personalidad, en nuestras actitudes y en lo que representamos y como nos comportamos en el día a día. ¿A que me refiero con esto? Pongamos como ejemplo cualquier hobby.

Digamos que una amiga te introduce al mundo del cine artístico. Durante toda la vida el cine que te había gustado y disfrutabas era el de Hollywood, películas de acción, de super-héroes, alguno que otro chick-flick. Pero llega esta amiga y no te da otra opción. Te pone a ver películas de Alfred Hitchcock, te hace ver Citizen Kane y Tokio Blues en un mismo día, y prácticamente te deja de hablar si no consideras El Padrino como la mejor película de todos los tiempos.

En las primeras semanas todo va bien, comienzas a entender que el cine no solo son explosiones o besos en la escena final. Por fin entiendes que es eso que llaman “la fotografía”. Descubres el cine experimental y te das cuenta que no es lo mismo que el cine independiente y que una buena actuación va más allá de poder soltar una lágrima frente a la cámara.

Por un momento pareciera que el lado del espectro del cine de arte te comienza a atraer con fuerza.

Pero continúan pasando las semanas y de pronto comienza a surgir una extraña sensación, como que algo le falta a tu vida. Comienzas a extrañar a los extraterrestres en tus películas y por más Pulp Fiction que veas sientes una completa necesidad de ir al cine a ver la nueva película de Men in Black. El ver películas consideradas de arte te empieza a gustar un poco menos cada vez, claro, ya las entiendes un poco más pero dejan de llenar tus domingos. La magia se empieza a perder y aunque le agradeces a tu amiga que te haya enseñado acerca del séptimo arte, terminas distanciándote de ella porque nunca podrá entender por qué continúas diciendo que la saga de Twilight no estaba tan mala.

De nueva cuenta pregunto: ¿qué sucedió aquí?

Las raíces de nuestros gustos estaban tan arraigadas del lado de Hollywood que aunque la experiencia del cine de arte fue placentera, no fue lo suficientemente potente como para cambiar tu forma de ser. En esta ocasión, la regresión a la media pudo más que la paleta de colores de The Joker.

Regresión a la media

La regresión a la media es uno de los efectos más potentes e imperceptibles en nuestro día a día y tristemente es un concepto que practicamente nunca se toca fuera de la estadística y probabilidad. ¿Pero a que me refiero con la regresión a la media? En esta ocasión no entraré en temas técnicos pero aquí está la definición en wikipedia para el que tenga duda.

El punto que quiero tocar es más conceptual pero sumamente profundo en nuestras vidas.

Todo comienza cuando te da un resfriado y tu abuelita te receta su famoso té de hierbas casero, ese que ha curado a más de 3 generaciones de las peores gripas. Solo tienes que tomártelo todas las noches durante siete días y vas a ver como te vas a sentir como nuevo. #FunFact: el promedio de días que dura el resfriado común es de una semana…

Es claro que el té de hierbas de nuestras abuelitas no cura ni a una mosca, la gripa se te iba a quitar en aproximadamente siete días con o sin poción milenaria, así funciona nuestro cuerpo y ese es el tiempo promedio en el que logramos expulsar el virus de nuestro sistema.

Nuestra media es estar sanos, nuestra media es no tener gripa. Cuando nos pega el virus y nos tumba en cama con cuerpo cortado durante un par de días, esas son situaciones que tratan de mover nuestras raíces en el espectro de lo sano y lo no-sano.

Pero cuando el virus es expulsado de nuestro cuerpo finalmente regresamos a nuestro estado natural, regresamos a nuestra media, la cual es no tener gripa.

Esta regresión a la media es tan potente que dicta nuestro “estado natural” no solo en temas de salud sino también en temas de personalidad, gustos, opiniones, capacidad de aprendizaje, etcétera, etcétera… no por nada mi opinión acerca de los tatuajes fue cambiando gradualmente a lo largo de los años. Llevó tiempo, experiencias y cambios de opinión para poder mover esa media que estaba bien plantada en el lado del no me gustan al otro extremo del espectro.

Esta es una de las razones principales por la que los hábitos no se dan de la noche a la mañana. Es imposible generar un hábito de lectura si solamente leemos un libro al año. Con cada página que leemos vamos moviendo la media en nuestro propio espectro de la lectura, y si lo hacemos diario, este movimiento se dará mucho más rápido. Hay personas que naturalmente, ya sea porque genéticamente están más predispuestas a disfrutar de los libros o porque desde pequeñas estuvieron más expuestas a la lectura, que pueden comerse tres libros a la semana con una retención envidiable, pero para nosotros los mortales, este proceso puede ser largo y tedioso.

Claro, como lo mencioné, no todos los movimientos en este espectro mental son estrictamente como los ejemplos del gusto por las películas o el hábito de la lectura. También existen aquellas situaciones inesperadas donde el shock es tan fuerte que nos puede voltear todo el mundo de un día para otro; pero estos momentos en nuestras vidas suelen ser contados con los dedos de las manos.

No creo que todas las personas pensemos exacta y estrictamente con un espectro mental como este, pero si creo que la mayoría de nuestras opiniones, gustos y personalidades se ven afectadas de alguna u otra manera bajo este modelo mental.


The world as we have created it is a process of our thinking. It cannot be changed without changing our thinking” – Albert Einstein.

¡Suscríbete!
¿Quieres más lecturas random? No te preocupes, no recibirás spam.
I agree to have my personal information transfered to MailChimp ( more information )
Powered by Optin Forms
2 Comments

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial