Expectativa vs realidad
Es probable que más de una vez te hayas cruzado con la siguiente fórmula:
Cuando la realidad supera tus expectativas, eres feliz. Pero si tu realidad no se ajusta a lo que esperabas de ella, estarás triste. Es muy simple.
Bueno, hasta eso no tan simple… Es complejo intentar aterrizar ese concepto tan etéreo que llamamos felicidad 1 en una simple ecuación. Si fuera así, ¡ya está, nadie tenga expectativas, todos felices!
Hay algo que me hace ruido en esta fórmula: si nuestro valor de realidad es menor a nuestro valor de expectativas, ¿tendremos felicidad negativa? o ¿solo cambiamos la palabra felicidad por tristeza?
Al igual que con nuestro espectro mental, nuestra relación entre expectativa vs realidad también puede caer en un rango, aunque este rango es un poco diferente. A este lo llamo el expectómetro:
Entre más altas expectativas tengamos de alguna situación o evento, más arriba nos colocaremos en el expectómetro. Lógicamente entre menores sean nuestras expectativas más abajo nos colocaremos. Pero para que haga sentido la fórmula habría que darle ciertos valores al expectómetro, digamos de 0 a 100:
Entonces, ¿cómo se traduce esto a la vida real? Imagina que vas a ver algo en Netflix. Ya habías agregado a Mi Lista desde hace varias semanas una película que te había llamado la atención, se ve buena, tiene disparos, naves espaciales y toda la cosa. Digamos que tu expectativa es de 60 (recuerda el expectómetro de 0 a 100).
Avanza la película y pues sí, hay disparos y naves pero la realidad es que los efectos especiales están bastante malitos, no hay mucho suspenso y el final lo sentiste demasiado apresurado. En la realidad la película terminó siendo un 40.
Si combinas el resultado de tu expectativa vs realidad se vería algo así:
Entonces la fórmula no se ve tan bien que digamos:
¿Qué significa tener un resultado negativo? Si analizamos la fórmula nos damos cuenta que cualquier resultado de expectativa vs realidad quedará dentro de un rango entre -100 y +100 2
Entre más se acerque tu resultado de expectativa vs realidad al +100, más feliz, entre más negativo sea el resultado, más triste:
En el caso del -20 de la película que viste, si bien no fue algo catastrófico, ciertamente te dejó un mal sabor de boca.
¿Qué hubiera pasado si para la misma película hubieras tenido menores expectativas? Digamos que, en lugar de 60, hubieras esperado un 30…
Aún cuando la película es la misma y tu realidad fue la misma en ambos casos, el hecho de haber tenido menores expectativas te hace tener una percepción de satisfacción positiva:
La película siguió teniendo malos efectos especiales y tuvo el mismo final predecible pero ¡hey!, ya no estuvo mala, estuvo dominguera.
Una vez que entendemos esta dinámica de expectativa vs realidad nos damos cuenta que puede aplicarse en un sinfín de cosas en nuestras vidas. Tomar un vaso con agua: tenías sed y tomaste un poco de agua, nada fuera del otro mundo, el agua estaba OK y cumplió tu necesidad de hidratarte.
Oye, ¿pero qué pasa si me estaba muriendo de sed en medio de un desierto?
Buena pregunta. Desde luego no tienes la misma expectativa de un vaso con agua en tu casa a medio día que en medio de un desierto a punto de deshidratarte. Pero tampoco tu realidad es la misma. En tu casa tienes una temperatura razonable y no estás al rayo del Sol, no estás a punto de deshidratarte, etcétera, etcétera. Tanto las expectativas como la realidad serán mayores:
También tu realidad se verá afectada por diferentes factores: ¿era mucha agua la que pudiste tomar en el desierto o solo unas cuantas gotas? ¿Estaba fría, tibia o caliente? Tus expectativas serán las mismas estando en medio del desierto (mayores a que estando en tu casa), pero dependiendo de donde caiga la realidad es lo que te pondrá una carita feliz o una carita triste.
¿Qué pasa cuando hay diferencias entre nuestra expectativa vs realidad en temas que no son tan triviales?
El trabajo de tus sueños
Ella es Sam.
Desde que estaba en la escuela Sam siempre ha sido impulsada para perseguir lo que más le gusta en la vida. “Ama tu trabajo y no tendrás que trabajar por el resto de tu vida”, “do what you love“… son frases potentes, y pueden ser excelentes motivadores. ¿A qué millenial del siglo XXI no le encantaría dedicar las 24 horas del día a su pasión, a lo que le emociona hasta lo más profundo de su ser? Pero Sam se ha enfrentado a un problema del cual no le habían contado antes.
Ningún trabajo es perfecto.
Cuando salió de la universidad, Sam entró a trabajar en un corporativo, hacía un poco de todo, análisis, servicio al cliente. Todo era emocionante, aprendía como nunca antes lo había hecho y estaba conociendo gente muy interesante. Con el tiempo y luego de escalar algunas posiciones en la empresa, Sam se dio cuenta que aunque lo que hacía le gustaba y disfrutaba mucho, muy en el fondo sabía que no era su máxima pasión en la vida. Quería algo más.
Fue ahí cuando Sam decidió entrar a una startup. La velocidad y agilidad con la que trabajaban hacía que le diera vueltas la cabeza. La gente era aún más interesante y además, ¡realmente estaban ayudando a las personas a tener una mejor vida! “Es aquí, por fin, esto es lo que quiero hacer de mi vida”.
Pero como era de esperarse, pasó el tiempo y Sam comenzó a tener otro gusanito en la panza, esa sensación de que aunque disfrutaba mucho formar parte de esa startup, no sentía que su satisfacción llegara a tope. Un detallito por aquí y otro por allá, que si la jefa ya no era tan buena onda como al inicio o si hacía falta mejorar muchos procesos. Le encantaba trabajar ahí pero todavía quería hacer algo más por las personas y quería hacerlo a su propio modo.
Por lo que Sam decidió dejar la startup y fundar su propia empresa. Ahora si, de lleno a dedicarse de tiempo completo a lo que realmente le llena en la vida, a su propio modo.
Creer que encontrarás el trabajo de tus sueños puede ser muy peligroso. Desde luego hay que buscar superarse y avanzar, y no se trata de un tema de conformismo vs buscar algo mejor. Poner el trabajo de tus sueños en un pedestal, como lo hacía Sam, solo generará muy altas expectativas, en muchos casos irreales, y como lo vimos con el expectómetro, si la realidad no es lo suficientemente buena y no se acerca a esas expectativas, hay posibilidades de que a la menor piedrita que te encuentres en el camino, se puedan quebrar esas ilusiones y obtengas un resultado no tan bueno en tu fórmula de expectativa vs realidad.
The passion trap: entre más énfasis pongas en encontrar un trabajo que ames, más infeliz estarás cuando no ames cada minuto del trabajo que tienes.
Entonces, ¿la receta secreta está en siempre tener bajas expectativas?
La vie en rose
“Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectativas, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor” – Erich Fromm, El arte de amar.
Tanta verdad en esa frase. Cuando una pareja empieza a salir, la realidad es que la gran mayoría de las veces sucederá esto:
Y no es culpa de nadie. Quizás no haya ninguna sensación (o muy, muy pocas) que nos mueva más que la del amor por una persona. Pocas cosas más bellas que esas mariposas en el estómago cuando no arruinaste la primera cita y ya quedaron de verse por segunda vez.
Pero como dice Fromm, también es una de las actividades que más fracasa. Cuando pasa el tiempo y vemos que por alguna o muchas razones la relación no da más, las mariposas ya no existen y no hay razón para seguir juntos, termina pasando esto:
Puede que el amor sea una de las mayores causas de diferencia entre nuestra expectativa vs realidad.
Pero, a ver, esto no significa de ninguna manera que la receta secreta para la felicidad sea tener expectativas bajas al momento de empezar una relación, ¡qué horror sería eso! Si decimos que existen pocas cosas mejores que enamorarse de una persona, ¿por qué limitarnos? Pero eso sí, que mejor que seamos conscientes que nos estamos aventando de un tobogán a toda velocidad y la mayoría de las veces ni siquiera habrá agua en la alberca.
Entonces, ¿altas o bajas expectativas? ¿o algo más neutral? Como cualquier respuesta a una buena pregunta: depende.
Depende de qué tan dispuestos estemos a sufrir las consecuencias; depende si la decisión es irreversible o no; depende de nuestra genética; de nuestra tolerancia a la frustración; de nuestro optimismo.
Aunque me gusta pensar que la mayoría de la gente disfrutaría estar muy cercana a esta zona:
Si bien, este modelo mental no ofrece la fórmula secreta para la felicidad, si te pone en una posición para ser un poco más consciente de como enfrentas todo lo que te sucede en la vida.
“Whatever it is you’re seeking won’t come in the form you’re expecting” – Haruki Murakami
Footnotes
- En esta ocasión felicidad no es ese sentimiento duradero de largo plazo de realización y estabilidad emocional, sino una percepción de corto plazo de nuestro estado de ánimo
- En un extremo puedes tener 0 expectativas y una realidad de 100, entonces (100 – 0) = 100; en el otro extremo, si tienes 100 de expectativas y la realidad fue 0, entonces (0 – 100) = -100, cualquier otra combinación quedará dentro del rango